RIESGOS DEL SEXTING
Los riesgos de esta práctica comienzan con la divulgación de las imágenes o vídeos entre personas que no eran sus destinatarios. Al tratarse de contenidos íntimos, su difusión supone una pérdida de privacidad, por lo que se produce un agravio en la reputación de la víctima, deteriorando su imagen pública.
Los peligros del sexting
Pero muchos de los menores se relacionan de esta manera en sus redes sociales sin ser muy conscientes de los riesgos de su práctica:
Pérdida de control. Desde el mismo momento en que alguien sube o comparte contenido a Internet o a las redes sociales, deja de tener control sobre ello: no se sabe en qué sitio web acabará o desde que pantalla se verá. Por lo que antes de subir fotos, vídeos o cualquier contenido sensible, es conveniente seguir, como propone la plataforma Qustodio, la regla del 10 haciéndose preguntas como ¿me sentiré orgulloso de esta foto cuando la vuelva a ver dentro de 10 horas, 10 días o 10 años?
Sufrir sexting sin consentimiento. El contenido se comparte a otras personas, sin que su autor tenga conciencia de ello, pues no ha dado su consentimiento para su difusión. El informe de Save the Children estima que 50.000 jóvenes lo sufrieron durante su infancia y hace referencia a un fenómeno relativamente reciente que se caracteriza por la difusión de imágenes íntimas, habitualmente de la expareja, con el objetivo de dañarla y humillarla públicamente. Sería otra forma de violencia online en la pareja o expareja. Esta humillación pública también puede derivar en ciberacoso (ciberbullying).
Caer en la sextorsión: chantaje o amenaza de difundir por redes sociales, chats… material íntimo, explícito o embarazoso, normalmente sexual, para conseguir algo a cambio (dinero u otro tipo de recompensa). Por lo general, se da cuando la víctima ya ha compartido antes este contenido con quien le extorsiona. En uno de cada cuatro casos, la persona responsable es la pareja o expareja y ocurre por primera vez entre los 14 y los 15 años, según la ONG.
Ser víctima de grooming. Al hacer sexting por chat o redes sociales con desconocidos puede ocurrir que tu hijo acabe hablando con un adulto que se hace pasar un menor con el objetivo de involucrarle en una actividad sexual: desde hablar de sexo y obtener material, hasta mantener un encuentro. Esta situación, que suele sufrirse por primera vez a los 15 años, ha crecido un 410 % en España en los últimos años, según cifras de la Fundación Anar. De hecho, constituye la mayor preocupación de las familias españolas en Internet, tal y como revela el estudio ‘Menores e Internet: la asignatura pendiente de los padres españoles’ de la plataforma Qustodio.
Responsabilidad penal. Difundir material explícito de menores vulnera el artículo 189 del Código Penal. Se considera difusión de pornografía infantil, incluso cuando quien lo envía es un menor. Pero también es un delito difundir material personal de alguien sin su permiso; se salta el artículo 197. Es decir, que se estaría cometiéndolo por enviar y por reenviar, aunque no se conozca de nada a la persona y aunque la víctima diera en su día su consentimiento a la grabación.
Ansiedad y depresión. Según un metaanálisis de 23 estudios con 42.000 menores de edad realizado por la Universidad de Calgary (Canadá), existe relación entre practicar sexting y sufrir trastornos como ansiedad y depresión (tienen 1,79 posibilidades más que el resto de padecerlas). Otros riesgos en salud asociados al sexting: no usar ningún método anticonceptivo (2,16 posibilidades más), beber alcohol (3,78), consumo de drogas (3,48) y de tabaco (2,66).
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